Entregando a Lorena 24
Entregando a Lorena 24

Aquel viernes por la noche finalmente invité a tres colegas de la oficina a cenar en casa, con la buena excusa de ver todos juntos un partido de la Selección en nuestra pantalla gigante.

Todos los días me insistían para conocer mi nuevo hogar. Tanta insistencia por su parte me hacía pensar que más que explorar mi casa, tenían ganas de ver más de cerca a Lorena, a quien ya conocían de los eventos organizados por la empresa.

Fue así como fueron llegando uno a uno.
En primer lugar fue Jorge, quien aportó un par de botellas de excelente vino.
Luego David, quien, con su habitual efusividad, abrazó y besuqueó a Lorena más de la cuenta.
Finalmente cayó Esteban, el más peligroso de los tres, ya que siempre le oía hablar de Lorena a mis espaldas y de las ganas que le tenía al culo de mi esposa.

Nos sentamos en el comedor frente al televisor, esperando el inicio del partido.
Lorena nos sirvió unos tragos, mientras mis colegas le clavaban disimuladamente los ojos en su cola. No era para menos, Lorena había elegido para la ocasión una pollera de algodón color rojo muy corta y bastante ajustada, la cual dejaba adivinar la diminuta tanga que llevaba debajo. Unos tacones bien altos hacían que sus piernas torneadas parecieran interminables. Estaba muy sexy esa noche…

Al inclinarse un poco, sin querer le ofreció a Esteban un primer plano de la breve tanga metida entre sus firmes cachetes y mi colega ya sin disimular se lo miró descaradamente. Lorena justo lo miró de reojo y al darse cuenta de esto, sacó todavía un poco más su cola hacia atrás. Este gesto no pasó desapercibido para mis compañeros que se miraron entre sí con una sonrisa cómplice.

“Qué culo espectacular tiene tu mujer”. Me dijo Esteban directamente, sin importarle la presencia de Lorena, que lo miró con una expresión de sorpresa.

Yo ni siquiera le contesté; entonces insistió esta vez con ella, pidiéndole que diera otra vuelta…

Ella así lo hizo, esta vez ya sacando más la cola para afuera.

Yo comencé a preocuparme por lo que podría pasar, pero realmente verla a ella mostrarse delante de mis colegas me había empezado a producir una erección.

“Me imagino que con esa colita parada las cosas que te deben decir en la calle”.

“Y, si, unas cuantas cosas”, respondió Lorena, adivinando yo su excitación…

“A tu marido no le m*****a que te miren la cola?”. Preguntó David sonriendo.

“Sí, a él le gusta… no es así, mi amor?, me preguntó ella, que seguía de pie en medio de ellos.

Se hizo un total silencio y las tres caras giraron hacia mí esperando una respuesta. Yo a esta altura ya estaba bastante caliente, por lo que contesté que si a ella le gustaba, a mí me parecía bien…

David insistió: “Se ve que es muy linda, pero con la pollera no se ve muy bien, porque no te la levantas un poquito así podemos admirarla mejor”. Le dijo a Lorena.

“Amor, no te m*****a que me levante la pollera para que tus amigos miren mi cola?”.
Me preguntó, poniendo cara de ingenua, aunque yo podía notar que la situación la calentaba.

Pude ver que los tres se tocaban la entrepierna, así que asentí, teniendo yo mismo una erección casi imposible de ocultar.

Lorena giró dándole la espalda a Esteban y se levantó la pollera, dejándole ver parte de sus cachetes.

“Te gusta lo que ves, Esteban?”. Preguntó, mirando a los otros que estaban de frente.

Esteban ni siquiera escuchó la pregunta; miraba el culo de mi mujercita sin poder creerlo.

“Nosotros también te queremos ver”, carraspeó Jorge, con cara de vicioso.

Ella volvió a girar y apuntó su cola a los otros dos, levantándose un poco más la falda y dejándoles ver la pequeña tanga blanca debajo. Miró a Esteban con una cara de puta infernal y le preguntó:

“Cuanto hacía que no veías una colita así tan redonda y firme?”.

Esteban me preguntó sin dejar de mirar a Lorena, si a mí me m*****aba que se bajara el pantalón….

Antes de poder contestarle, los tres ya tenían sus pantalones en el piso y sus tres vergas erectas entre sus manos.

Lorena los fue mirando disimuladamente uno por uno mientras ponía cara de tonta.
Cuando se dio vuelta pudo ver bien la pija de Esteban, que era bastante más grande que las de los otros dos y entonces dejó escapar una exclamación de sorpresa. Creo que ya no podía disimular más la calentura que le producía ver tremendo pedazo de verga. Era de un tamaño impresionante.

“Te gusta lo que ves, putita?”. Le preguntó Esteban mientras se la sacudía con ganas.

Ella no dijo palabra, solamente asintió con la cabeza sin dejar de mirar esa cosa enorme.

“Te gustaría verlo más de cerca y tocarlo?” “Tu marido te deja?”. Le dijo sonriendo cínicamente.

Lorena seguía asintiendo sin poder quitar su mirada de esa verga enorme.

“Pero antes me vas a dejar que te toque esa colita; así que date la vuelta y bajate la tanga hasta las rodillas”. Le ordenó ya con confianza…

Mi dulce mujercita en apenas dos segundos se quitó la tanga blanca, mostrándole a Esteban su perfecta cola y a los otros la conchita bien depilada, que ya a esta altura ya podía verse bastante humedecida.

Esteban estiró sus manos y empezó a acariciarle suavemente los cachetes. Mientras tanto mis compañeros se acariciaban sus pijas y ella los miraba, lamiéndose los labios con una cara de puta que solamente tiene cuando está realmente con una calentura de aquellas, y hoy era ese momento.

“Quiero que te pongas en cuatro aquí delante, como una perrita obediente”. Dijo Esteban.
Lorena respondió de inmediato sin decir palabra, dejando que Esteban con las dos manos le abriera los cachetes, quedando al descubierto la estrecha entrada de su ano.

“Este culo está bastante abierto, parece que te gusta que te la metan por ahí, verdad?”.

“Mucho”. Contestó ella, dando vuelta la cara y mirándole la tremenda pija.

Entonces mi dulce mujercita se dio vuelta de rodillas en el piso, entregándoles una vista fabulosa a mis otros dos compañeros; agarró la pija de Esteban y comenzó a pajearla con suavidad.

“Parece que le gusta la pija a tu mujercita”, me dijo mientras me miraba socarronamente.

Mientras tanto David se incorporó y comenzó a meterle un par de dedos en el culo a Lorena, que comenzó a gemir muy despacio.

“Te dije que era una putita”, le dijo David a Esteban, “Le gusta que le metan mano…”.

De repente Lorena desabrochó su pollera, quedando vestida solamente con su pequeño top y los zapatos de taco aguja. Tomó la verga de Esteban con sus labios y comenzó a comerla con fruición…

“Así, putita linda, que tu marido vea cómo te gusta comer pijas grandes”.

“A ver ese culito, te lo voy a ensartar” Dijo David, que ya estaba de rodillas detrás de mi mujercita.

Ella, sin sacarse la verga de su delicada boca, se arqueó un poco más levantando su cola, abriendo las piernas, ofreciéndole a David la mejor vista de su ano ahora más abierto.

David me miró y me dijo: “Ahora vas a ver cómo le rompo el culo a tu mujer”. Ahí nomás, le escupió sobre el ano, apoyó la punta de la pija y de un saque se la introdujo toda hasta el fondo.

Lorena jadeó y dejó escapar un breve grito de dolor, que enseguida se convirtió en gemidos suaves, demostrando el placer que le estaba causando tener esa verga llenándole la cola.

Después de bombear un buen rato, David se tensó y acabó dentro de la cola de mi mujercita.
Entonces se levantó y le cedió su lugar a Esteban, mientras Jorge se acercaba a meter su pija entre los delicados labios abiertos de Lorena.

Esteban la trató con poca delicadeza; su gruesa y dura verga penetró el culo de mi esposa sin ninguna consideración, arrancándole a ella gritos de dolor durante todo el tiempo que la cogió.

Después de acabar también él adentro de Lorena, le tocó el turno a Jorge. Pero antes de que pudiera comenzar a sodomizarla, David se acercó y levantó a mi esposa por los cabellos, haciéndola sentar a horcajadas sobre su dura verga.

“Ahora vamos a practicar una doble” Dijo mirándome fijamente.

“No, eso no, la van a lastimar”, reclamé yo.

“Vamos, putita, tu marido quiere ver tus ganas de tener dos buenas pijas adentro tuyo”.

“No me va a doler?”. Les preguntó Lorena poniendo cara de ingenuidad…

“Un poco al principio pero después te va a encantar, seguro, nena”, le contestó.

Entonces David la alzó por la cintura y la hizo caer dentro de su enorme verga, empalando el grácil cuerpo de Lorena en un solo golpe. Ella aulló con todos sus pulmones al sentir esa cosa dura y erecta abriéndose paso en su delicada conchita.

Jorge no le dio tiempo para quejarse demasiado. Enseguida se ubicó detrás de Lorena y le fue metiendo despacio su endurecida pija por la cola, hasta hacerla desaparecer por completo dentro del cuerpo de mi mujercita.

Ella cabalgaba entre los dos mientras jadeaba y gemía como una verdadera mujer poseída.

Esteban se acercó otra vez y le metió su pija en la boca a Lorena, que comenzó a mamarla con muchas ganas. No aguantó mucho, enseguida la llenó de semen, que ella tragó hasta la última gota.

Entre ambos la hicieron cabalgar durante otros diez minutos, arrancándole a Lorena por lo menos tres orgasmos muy audibles, hasta que finalmente David se estiró hacia atrás y gritó, dejando entender que había llenado esa hermosa y delicada concha con su semen….

Unos segundos después también Jorge se vaciaba dentro de la cola de mi dulce mujercita.

El partido se había terminado hacía un largo rato y ya era demasiado tarde como para pedir unas pizzas a domicilio, así que todos se cambiaron y se despidieron de Lorena dándole unas palmadas en el culo, de donde seguía chorreando un montón de semen blanquecino…

Ella seguía acostada desnuda en el piso, totalmente abatida y todavía temblando de placer…

Esteban fue el último en salir, pero antes se volvió para decirme:
“Me parece que tu mujercita se quedó con ganas, así que, cuando quieras, vuelvo a cogerla…”

“Ojalá sea pronto” respondió ella desde el suelo, mientras se acariciaba los labios vaginales.

Yo me quedé pensando cómo iba a regresar al trabajo el lunes….