Un negro para un terceto con Anita
Una noche de pura pasión, luego de un tremendo polvo que nos habíamos echado, mi sensual mujercita me dijo que estaba muy caliente y con ganas de tener otro hombre en nuestra cama.
Al principio no me agradó demasiado la idea; pero finalmente me dejé convencer por Ana.
Entonces publicamos un pedido en uno de esos sitios de encuentros sexuales y nos pusimos a esperar la respuesta.
Anita finalmente encontró lo que buscaba: el hombre era negro, con una verga oscura gruesa y enorme. Ella dijo que quería darme un buen espectáculo y que yo no me iba a arrepentir…
Nos encontramos con él en un boliche del centro. El negro hablaba con un acento colombiano que lo hacía muy simpático.
Tomamos unos tragos y en algún momento yo me aparté un poco para dejar que ellos tomaran confianza. Un rato después regresé y Anita me miró a los ojos y luego hacia abajo. Seguí su mirada y pude ver que el negro tenía una mano debajo de su pollera y estaba acariciando su pubis…
El negro nos miró a ambos y preguntó si teníamos un trato…
Ana asintió con la cabeza y el negro entonces tomó la delicada mano de ella y la colocó sobre esa enorme verga. Le advirtió a mi mujercita que eso era lo que ella había estado buscando y lo tendría.
Una vez iniciado; ella ya no podría arrepentirse, ni quejarse, ni tratar de escaparse…
Ana tragó saliva y le dijo que aceptaba todo. Ella ya había sido cogida por una verga negra enorme y sabía lo que podía esperar: un poco de dolor; pero también mucho placer…
Nos dirigimos a un departamento que nos había prestado un amigo. Apenas el negro entró al dormitorio, se quitó la remera y los pantalones. Tenía unas ajustadas calzas de Lycra, que delineaban su gigantesca poronga. Era algo muy, muy grande…
Anita carraspeó al ver ese tamaño de bulto tan cerca de ella en la cama. Pero de todas maneras, gateó sobre el cuerpo del negro y puso su boca cerca de esa cosa enorme.
Liberó esa verga negra del encierro y comenzó a acariciarla con su delicada mano. Apenas podía abarcarla por completo.
Pasó su lengua varias veces, antes de meterla por completo dentro de su boca. Comenzó a darle una mamada magnífica…
El negro sonrió, preguntando si estaba tratando de hacerlo acabar antes de tiempo. Anita levantó su mirada y con cara de nena inocente le dijo que quería hacerlo acabar porque ella quería tragarse toda su leche…
Entonces el tipo se incorporó y la hizo ubicar a ella de rodillas frente a él. Ana abrió al máximo su boca y tomó esa verga hasta el fondo de su garganta. El tipo la dejó hacer; sonriendo y suspirando al comprobar la notable habilidad oral de mi sensual esposa.
Después de un rato; él rodeó con sus manos la nuca de Anita y comenzó a empujar su pija con más ganas, cogiéndole la boca.
Me miró sonriendo; preguntando si eso era lo que yo quería ver…
Apenas asentí con mi cabeza; él empujó la pija todavía más profundamente dentro de la garganta de Ana. Ella comenzó a ahogarse con semejante pedazo de mordaza y pude ver que el maquillaje se le corría debido a las lágrimas…
De repente se salió de su boca y le golpeó los labios con esa gruesa y pesada verga. Le hizo también lamer las bolas.
Le preguntó a Ana si todavía quería más. Hizo rogarle que le dejara lamer esa pija negra. Le dijo que era una puta y las putas merecían tragarse toda la leche que él iba a descargar en su boca…
Comenzó entonces a cogerle la boca con brutalidad; mientras le sostenía la cabeza. Ana trataba de aguantar; pero se ahogaba y tosía: tratando de tomar un poco de aire.
El negro sonrió, insistiendo para que mi mujercita le suplicara el privilegio de sentir su verga descargándose dentro de su garganta. Ana sollozó y lo miró llorando, pidiéndole a gritos por leche…
Entonces comenzó a chupársela todavía con más ganas.
Finalmente pude ver que esa verga se ensanchaba palpitante y el negro comenzaba a descargar su semen dentro de la garganta de Ana. Ella se estaba ahogando y él aullaba y gruñía como loco, mientras aferraba la nuca de Ana para que no pudiera escapar.
Por fin la soltó y ella se limpió las lágrimas de los ojos. Luego el negro la empujó a un lado. Ana entonces se sentó en mi regazo.
Me preguntó si yo había disfrutado el espectáculo. Le dije que me había encantado y que estaba muy orgulloso de tener una esposa tan ardiente y puta…
Ella entonces susurró a mi oído si podía dejar que la cogiera. Le sonreí, diciendo que no tenía otra opción. Al mismo tiempo comencé a acariciar sus labios vaginales con mis dedos.
También deslicé uno de mis dedos lubricados en su estrecho ano.
Después de hacerla acabar en mis dedos, los tres nos sentamos a tomar otros tragos. Entonces Anita se acercó nuevamente al negro y apoyó su mano en el muslo de él. Enseguida tomó esa verga y comenzó a acariciarla. Pronto se la metió entera en la boca…
Aprovechando que Ana estaba de rodillas y lamiendo esa verga negra, deslicé su tanga y apreté mi pija sobre su delicada entrada vaginal. La penetré con suavidad y la cogí con rapidez y dureza.
Acabé dentro de ella y me salí enseguida. Entonces me senté para ver cómo Ana montaba sobre el negro. Deslizó su concha sobre esa gruesa pija erecta y la zambulló hasta el fondo de su vagina.
Entonces el negro comenzó a cogerla duramente; sosteniéndola por las caderas y hacienda que su delicado cuerpo se empalara una y otra vez sobre esa enorme verga.
Unos minutos más tarde, mi mujercita dejó escapar unos agudos aullidos y acabó gritando su intenso orgasmo. Enseguida Ana se alzó y dejó escapar la pija de su vagina. Lo miró llorando y le suplicó que la cogiera por el culo. Quería sentir el dolor que le provocaría semejante pedazo de pija negra en su culo…
Entonces el negro la hizo colocar de rodillas sobre la alfombra y él se ubicó detrás de ella. Ahora mi mujercita ya yo podría tener ningún control, con su concha y su culo expuestos a él…
El tipo me miró sonriendo y deslizó su gruesa pija entre los cachetes de Ana. Ella empezó a empujar contra él.
Al principio él se la metió en la concha y Anita gimió con un gesto de sorpresa. Volvió a empujar sus caderas hacia atrás y lanzó un tremendo gruñido de dolor y placer. El negro le estaba llenando la concha muy bien…
De repente él se la sacó y apuntó el extremo de esa cosa al estrecho orificio anal de mi delicada mujercita. Comenzó a jugar con ella; haciéndola desear. Ella finalmente ya no quiso más juegos y tomó la punta de esa verga con su mano; guiándola hacia su apretada entrada trasera.
Pude oír sus gemidos y sollozos, mientras el negro seguía jugando con la verga a la entrada de su trasero. Por última vez sonrió y le preguntó si quería esa verga negra en el culo.
Y ella sin dudarlo, suspiró un largo sonido que parecía un sí…
El negro escupió para lubricar la punta de su pija y dejó que Ana la guiara dentro de su estrecho ano.
La aferró por las caderas y de un solo embate, le hundió todo ese tallo grueso completo hasta el fondo del ano.
Ana abrió sus labios y dejó escapar un alarido aterrador. Realmente le dolía demasiado. Sus manos aferraron la alfombra y sus nudillos se volvieron blancos.
Al principio, el negro casi no se movió; pero después comenzó a balancearse y a incrementar el ritmo del bombeo en el trasero de Ana; haciendo que ella se acostumbrara a ese tremendo tamaño.
Mi mujercita acabó un par de veces con esa verga insertada a fondo en su ano. Se estremecía y temblaba, mientras lloraba a mares.
El negro le susurró al oído que ya estaba a punto de llenarle el culo con semen. Mi sensual esposa aulló como loca y suplicó que la cogiera todavía más duro y que acabara en su trasero…
El tipo estaba bombeándola de manera brutal cuando por fin acabó en ella. Pude ver parte de su semen viscoso saliendo del dilatado orificio trasero y deslizarse entre sus muslos…
Finalmente el negro se la sacó y la obligó a chuparla con la sedosa lengua de mi mujercita, hasta que quedó reluciente.
Ella quedó tendida sobre la alfombra, temblando sin control por un buen rato, debido a la cantidad increíble de orgasmos.
Ana todavía estaba lloriqueando y con sus piernas temblando sobre el piso; cuando el negro finalmente se fue.
Me miró con una tremenda expresión de ingenuidad y me preguntó si todavía teníamos tiempo suficiente para regresar a ese boliche…